Nada es para siempre, así que disfrútalo.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Recuerdo que al llegar ni me miraste.

El frío viento de Diciembre le calaba hasta los huesos, mientras esperaba sentada un milagro, una chispa que llenara de calor su corazón y su alma inertes, cansados de mentiras y promesas sin cumplir. Sólo sentía impotencia y frustración esperando que alguien la cogiera de la mano y la guiara hasta la felicidad, aquello que tanto deseaba y que cuanto más cerca creía tener, más se alejaba. Le mataba la idea de no significar absolutamente nada para nadie, de ser un cero a la izquierda en la vida de todos aquellos que la rodeaban. Necesitaba sentirse útil, ser para alguien esa mano, ese empujón hacia la vida, hacia la felicidad. No creía pedir mucho, pero parecía todo lo contrario.


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